De las antiguas torres, que el fuego abatió un día,
la ceniza en la tierra cayó como simiente.
Y del fondo del fuego como una mano fría
volvió a subir la piedra a la celeste frente.
Una llama mas pura que a las llamas vencía
abrió entre tus escombros su flor resplandeciente,
y a tus muertas campanas volvió la melodía
de los bronces de gloria y la plata doliente.
Hija tú de tus hijos, Madre de Manizales.
Tu pueblo de la muerte te sacó, y tus heridas
levantaron al Cielo los brotes verticales.
Y hay aliento en tus piedras, luz de tu gente, vida.
En tus muros se escuchan ocultos manantiales
Y hay un calor humano, en tu Divina Herida.
Julio Barrenechea
Poeta Chileno
1910-1979
Poema allegado por el historiador Hernando Salazar Patiño
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